Miento cuando digo, que…

Necesitábamos oscuridad para poder ver mejor y para que no nos vieran. Por eso tapamos cualquier resquicio por el que pudiera penetrar la luz indecente y espía. Le cubrimos los ojos a las ventanas, y tapamos la boca a las paredes, en un intento de silenciar el ruido y la música. Y lo conseguimos. Tomamos la decisión de que si no podíamos ir a un festival, el festival vendría a nosotros. Y comenzó el show. Un puñado de amigos al son de los conciertos que elegimos, bailando, saltando, disfrutando de aquel momento, que tanto añorábamos. Y allí escondidos, vino la brisa fresca a despejarnos, entre canción y canción, entre abrazos y sonrisas, entre cerveza y cerveza. Nos desatamos, si, pero era una necesidad, un impulso acumulado que estalló y lo inundó todo de felicidad. Miento cuando digo, que no quiero repetirlo, porque quiero más, y siempre a vuestro lado.
Gracias, a todos, por un día inolvidable y por una amistad incombustible. Y es que, el Cúllar Vega Sound, no ha hecho más que empezar…

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El hundimiento

Bastó con sentarse esperar, aunque aún sigo sin tener respuestas. Siguen los porqués en las sombras, sin querer asomar, pero lo cierto es, que hace mucho que dejé de necesitarlos. Puedo imaginarlos, como muchos que conocen la historia, y aunque hayan querido cambiarla, las mentiras siempre vuelven como boomerangs, y dañan a quiénes las profirieron. Y no aprenden, ni con los años. Supongo que es su forma de entender la vida. Triste, si, pero es así. Hace ya 20 años, y no es cierto que el tiempo lo cure todo, pero te da nuevas perspectivas, otro ángulo, otra visión diferente, y aprendes que sólo te dañan si se lo permites. La piscina se secó, aquel negocio se fue marchitando, y todo el tesoro que acumularon a base de maldad y mentiras, se ha ido volatilizando. El horno se apagó, por la mala gestión de una leña que ya no prende. Ahora se ahogan, presas de sus deudas, y buscan salidas desesperadamente. Y vuelven a mentir, a tratar de culpar a los demás de su ineptitud, creyendo, que la gente, aun les cree. Así se escribe la historia. Sólo victorias de una parte (o eso creían), celebrando las derrotas de la otra parte. Pero sólo ha hecho falta tiempo, sentarse y tener paciencia, para ver el hundimiento…

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Yo tenía un pueblo en Granada

Yo tenía un pueblo en Granada. Añoro pasear sus calles, añoro a sus gentes, y sobre todo sus costumbres y esa esencia de pueblo granadino.
Echo de menos el sentarse al fresco en la calle con Culleros, catalanes y franceses, cuando mi abuela me “ordenaba recogerme” aún siendo niña.
Niña, decía, vete a las primas Emilicas y tráete cuarto y mitad de longaniza. Añoro el olor a torticas los domingos, ir al horno de Santiago a comprar pan y su olor, a ese pan recién hecho.
Mi añorado repicar de campanas, los cantos de la Aurora la madrugada del 14 de agosto y ese tintineo de campanillas.
Las carreras de cintas y el día de la virgen, su arroz y su fuente del vino!!
Salir con mi gente y no tener horas para entrar en casa, pasar todo el día en la calle.
Recuerdo las tardes en el Cacharro, y recuerdo las noches en el Cacharro con tanta gente bonita, y su cartel de «Prohibido fumar porros”. Añoro las tardes en los ensayos y las noches en los ensayos con mis “peluos”.
A ese amor inocente y casi pueril gestado en veranos, que se ha convertido ya para siempre en el amor de mi vida.
Esos secaderos llenos de tabaco colgado con tanto esfuerzo y trabajo.
Os añoro tanto que yo no tenia un pueblo en Granada…
Yo tengo un pueblo en Granada, mi más preciado tesoro. CullarVega… nunca el final del verano había dolido tanto sin estar en Granada ❤️

Texto de Cristina Sánchez Terribas

PD: Ese pueblo te espera, siempre. No tardes en venir…

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Egoísmos

¿Que porqué lo hago? No sabría decirte con exactitud, pero la explicación que más se acerca, por egoísmo. Pero no de esos vanidosos y unidireccionales. Podría definirme como egoísta generoso. Lo sé, parece una incongruencia, pero es así. Quiero ver feliz a quiénes me importan, tratar de ayudarlos, construir a su alrededor un universo equilibrado, donde el dolor escueza menos, dónde la esperanza sea infinita y todo tenga solución. Necesito que las personas estén bien, y trato de hacer lo posible, para que así sea, y todo, por otro chute de buenos sentimientos. Me hace feliz ver a la gente feliz. Me siento bien si se que ellos lo están, y me siento pleno si alguien sonríe al recordarme, aunque eso, jamás lo sabré. Es este egoísmo ambiguo el que me hace mejorar, y a pesar de los miedos arrastrados y acumulados, me arriesgo, a salir a diario al mundo, a ti, y los demás, fuerza en mano, por mucho que pesen los días, a tratar de que veas sólo el lado bueno de las cosas. Quizás así, tú hagas lo mismo a tu alrededor y consigamos un mundo mejor, poquito a poco, pero la cicatería se está instalando en las sociedad, arrancando de raíz el altruismo. Nadie piensa en nadie, sólo en uno mismo y sus intereses. Parca racanería que sólo trae soledad, de espíritu y de mente. Pensar tan solo en tu persona, te aísla de los demás, y te lleva a una escasez humana, difícil de soportar. O no. Depende de lo egoísta que seas…

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