Grey

Siempre has sido competitivo, muy competitivo. Y es precisamente ese gen ganador, retador, el que te ha llevado a conseguir todo lo que tienes hoy en día, y más aún, a ser la persona que eres. Aquel pequeñín que eras, camuflado tras una cara de niño apocado, se escondía un gigante que jugaba como nadie al fútbol, inteligente y algo más maduro de lo que debiera para su edad, aunque todo se torció cuando se hizo del Barcelona. Has sacado casi sobresaliente en la vida, formando un cuarteto como familia, donde todos tocan la misma sinfonía sin desafinar ni una sola vez. Con ellos embarcaste en la mayor aventura que uno pueda imaginar, dejando atrás por unos años una vida asentada en España para conocer por unos años, otra cultura, otras gentes, enriqueciendo aún más, una vida ya plena. De lágrima fácil, hace años que entraste en este selecto grupo, pasando a ser un pellejero más. Te has ganado a pulso nuestro respeto y cariño, tapizando de siestas nuestros viajes y alimentando nuestras risas y felicidad. Atrás queda aquel Capitán América que pasó demasiado tiempo alejado de nosotros. Por si aún no te queda claro, te hemos echado mucho de menos. Y ahora… ahora toca volver a estar completos cada jueves, organizando juntos, disfrutando juntos, viviendo juntos. Tienes tiempo de sobra para aprender a jugar al pellejo. Para otras cosas, sabemos que eres el Grey del grupo… 50 años te han visto pasar. Otros tantos te esperan impacientes. Solo deseo que sean tan felices como los ya vividos.

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Un sueño

Esto de los sueños me viene desde niño. Recuerdo, no sé a que edad exactamente, que gané un premio de redacción en mi pueblo, y la historia que escribí para aquel concurso, fue la de un sueño que tuve. Ya desde entonces soñaba, y escribía. Quizás ambas cosas vayan unidas de alguna forma, o quizás sea casualidad, pero lo cierto es, que cada vez que cierro los ojos, sueño, y cada que vez que los abro, mi mente no deja de pensar como describir las cosas que vivo y/o siento, para trasladarlas a un folio. Y soñado o no, el otro día, me encontré con mi padre.

Ocurrió durante la siesta, y como todos los sueños, es una historia inverosímil al revivirla en el mundo real, aunque en mi interior siga teniendo todo el sentido. Si, me encontré con mi padre, en la puerta de mi casa. Iba de amarillo, el pantalón, muy amarillo, tanto como para ser el detalle que hace que no olvide la historia. Nos cruzamos por la acera, y pasó despistado a mi lado. Yo no podía creerlo. Allí estaba, con sus gafas, con sus brazos delgados, con su pose tan suya, tan él. Le llamé la atención. Se giró y me sonrió. Nos acercamos y nos abrazamos. Le pregunté que donde había estado los dos últimos meses, como si estos últimos años no hubieran existido jamás, como si nunca se hubiera ido. Lo único que dijo es que ya estaba de vuelta. Lo último que recuerdo antes de despertar, es llorar abrazado a él, saboreando el momento, pero no impidiendo que se fuera. Quizás sea solo un sueño, quizás haya vuelto de algún modo, o tal vez nunca se haya ido. Vete tú a saber. Solo se que esto de los sueños me viene desde niño.

Gracias papá, por venir a visitarme, aunque sea en sueños.

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Una canción

“Hijos de Caín”. Hace tanto de esa canción de Barón Rojo, que casi me parece un sueño. Ya por entonces tenía mis primeras (o segundas, es que hace tanto) crisis de identidad y faltas de cariño, fruto todo, de mis inseguridades y porque no decirlo, de mi puñetero ego. Pero quién no ha pensado alguna vez que sus padres quieren más a sus hermanos que a él? Tuve que lidiar con el exterior pero más aún con el interior, mi interior, y es bastante jodido, os lo dice alguién que lo conoce bien. No he salido mal parado, creo. Mucha culpa la ha tenido esta cabecita que se empeña en mantenerme a flote, tormenta tras tormenta. Pero el hundimiento sería hoy una realidad, sino fuera por mis amigos y familia. Son ellos, los que desde entonces, sin saberlo, hasta hoy, plenamente conscientes, han soportado a este que os escribe. Vuelvo a la casilla de salida con menos inseguridades, más cansado, pero con las mismas ganas, seguro de volver a errar, porque es la única forma de aprender, pero cada vez con menos miedo, porque estoy seguro de que cuando caiga, allí estarán ellos para ayudarme a levantar. Ya no hay inseguridades, ni ego, menos aún miedos. Solo la claridad de quién recuerda con una sonrisa aquella canción.

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Ibizando

Ahora sí. Por fin podemos decir que Pablo se salió con la suya.

Han pasado años desde Benidorm hasta aquí, dejando por el camino la huella de los Pellejeros en distintos rincones: nuestras risas, nuestras ilusión, nuestra amistad. Hemos recorrido tanto en buena compañía, de norte a sur, de este a oeste, tantos y tantos kilómetros como arena tienen las playas de esta Ibiza que nos ha regalado este presidente, que ya toca su fin. Otro deseo cumplido de uno de los nuestros. No, no somos magos, ni genios de lámparas, pero ponemos todo el empeño para conseguir hacer realidad cualquier cosa que deseemos. Porque de eso va esto. De ayudarnos para crear imposibles, de apoyarnos para que ninguno caiga, de tratar de ser más jóvenes por muchos años que pasen, viviendo y disfrutando todo lo que podamos. Por eso cambiamos los vuelos: para tener más tiempo. Por eso nos atrevimos con una aventura más propia de los 20 que de los 50. Por eso amanecimos la noche en un Universo repleto de música. No tiene precio el disfrute, ni pesadez los años, cuando te rodeas de la gente a la que quieres. Y no, no somos los más jóvenes, pero aquí andamos hoy, Ibizando como si lo fuéramos, porque quizás mañana no podamos, porque quizás mañana sea tarde. Hoy es el momento, ahora es el momento. Somos los que somos, y somos lo que somos, sin miedo a mostrarnos, sin miedo al ridículo, sin miedo al que dirán, gente autentica, maduros inconscientes rodeados de personas buscando aún el sentido a la vida, sin saber, que nosotros ya lo encontramos: Lo tenéis justo a vuestro lado.

Desde esta isla que nos acoge, desvelaros que el secreto de la salud está en tener más planes que vida, así que sigamos planeando, sigamos soñando y sigamos viviendo por muchos años más.

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Baeza y su sentir (sábado)

Despertamos la mañana con ochios y café, intentando evadirnos del sol y la calor, paseando Baeza, buscando se centro más sombrío a la búsqueda del Sentirplaza y los grupos que la vestirían.

Llegamos justo con Vuelo Fidji y su potencia. Conexión perfecta con la gente a la que arrancaron del sopor y de sus cervezas para hacerles saltar y bailar. Tiempo bien aprovechado pada todos. Ventura, Sarria y Bea Miau, quizás no sea en ese orden, alumbraron aún más la plaza, llenando cada recoveco con su música, haciendo las delicias de los comimos escuchando música en directo. Por algo este festival tiene algo especial…

Abrió la tarde Blam de Lam, cuando el sol más apretaba. Todos los que no estuvieron, se lo perdieron, pero fueron el mejor preludio para un último día de música espectacular. Alcalá Norte los relevaron, y con sus letras diferentes y su rock intransigente, apuntalaron la tarde para lo que había de venir. Hey Kid, me sorprendió. Reconozco que no estaba entre mis favoritos y destrozó mi previsión. A sus letras íntimas, frescas, sinceras, les imprimió la fuerza de las guitarras que por momentos lo hacía más rockero que popero. Sorpresa mayúscula. Emergió Zahara de la oscuridad, con su vozarrón. Empezó lentamente, pesando más el espectáculo, aludiendo a sus raíces y los sentimientos. Pero una vez desatada, no paró, llevando el show y la música, a su estadio más alto. Legó el turno de Malmö 040 y otra sorpresa. Estos Barceloneses hicieron las delicias del público, asentando aún más su corta trayectoria con unas canciones conocidas por todos, y su sonido pop-rock reconocible. Se atrevieron con “Algo que sirva como luz” de Supersubmarina, homenajeando a la banda en su tierra. Valientes ellos que salieron bien parados. Incombustibles Dorian, con su eterno espectáculo y sus inolvidables himnos. No hubo sorpresa con ellos, que presentaron cada uno de sus temas antes de tocarlos, restándole ritmo a su concierto. Pero son Dorian y gustan, así que todo perdonado. Tomó el relevo Besmaya, y a pesar de su corta trayectoria, pareció que llevaban toda la vida en esto de la música. Gustaron, llenaron y triunfaron. Y otra sorpresa para añadir. Cerraron We are not Dj’s como se merecía un gran festival. Fiesta, baile y felicidad hasta el cierre.

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