Que bonito es querer

Chiquita, vergonzosa, montando aquellas gafas que te hacían tan tú. Así eras o así te recuerdo. Camuflada entre un pelo multicolor, tan dispar e inconformista como la vida que quisiste vivir. Atada siempre a una pelirroja, fuiste creciendo. Recorrimos montañas, acampados bajo infinitos cielos, calentando historias en hogueras de amistad, quemando noches y meciendo días. Sí, llegó el amor a tu vida de la mano de uno de los tuyos, de unos de los nuestros. Pablo entró en tu corazón y tuvisteis que aprender a entenderos y a respetaros, porque el querer venía de serie. Lleváis ya tanto juntos, que parece que es toda la vida. Por medio, Pablo y María, María y Pablo. Para él, fuiste la constancia y el esfuerzo. Para ella, el hombro y el consejo. Para ambos, la mejor madre que pueden tener. Años y años hasta llegar a 50, sumando amistades y cariño hasta convertir una vida sencilla, de una sencilla chica, en algo extraordinario. Ahora eres recuerdo, el de aquellos que se fueron, el de aquella que olvidó, aunque tú nunca los olvidas. La niña de los hermanos es ya toda una mujer, combativa, fuerte, pero sensible y sobre todo, amiga de sus amigos. Entre líneas podrás encontrar el cariño y el amor que plantaste y creció por doquier, en las caras de los que hoy te acompañan. Sí, ya sé que es la hora del Jaguer, pero antes solo quería darte las gracias por enseñarme que las discusiones no son el final de nada, sólo el principio de algo. Y si miras alrededor entenderás mejor de donde viene esa canción de “que bonito es querer”.

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