Ahora que nos da por olvidar

Hubo un tiempo en que se castigaba la mentira y al mentiroso se le miraba con la mala cara. Hubo un tiempo en que se buscaba la verdad por encima de todo, y los ideales de las gentes de buena fe, trazaban y marcaban el camino para construir un mundo mejor. Pero hubo un tiempo, y más de dos, en que triunfaron los mentirosos, populistas recitando lo que la gente quería oír, ocultando bajo esos discursos, todo el odio y sus verdaderas intenciones. Salió el sol y los creímos derrotados. Ha pasado el tiempo y nos pensábamos más inteligentes, más listos que ellos, creyendo que ya no volverían. Se aletargaron, hibernaron, mutaron y se adaptaron. Les hemos vuelto a creer, y ahora que nos da por olvidar, crecen como setas entre la humedad que asola el mundo, llevándose consigo la caridad de los hombres y las buenas intenciones de la humanidad. Aquí y allá surgen dictadores disfrazados de salvadores. Aquí y allá, emergen de las profundidades las peores intenciones, dejando sin hogar a los necesitados, arrancando de cuajo las esperanzas de los desahuciados, y cerrando las puertas a todos los que necesitan un lugar donde vivir. Esta globalización es cada vez más sectaria y el sentimiento de pertenencia ahoga a los que no son de donde los demás, olvidando que todos vivimos en el mismo lugar: en el planeta tierra. Cambiamos compartir y ayudar por egoísmo. Y es que ahora que nos da por olvidar, vuelve el peligro a llamar a la puerta, y seguimos sin hacer caso…

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