Un hogar

Abandonar tu casa, buscando un futuro mejor, no es rendirse. No cesa el mar de escupir personas, gentes que huyen de la guerra, de la pobreza, de la esclavitud, o de algún dictador bastante maduro, que esconde tras la bandera de su país, la putrefacción que desprende. Gentes que dejan atrás unas raíces, una familia, una historia, y se embarcan con lo poco que tienen, a lomos de la suerte, bajo el manto de la incertidumbre, de si sobrevivirán otro día más, y tratando de averiguar si las promesas, como los sueños, se cumplen. Unos más legales que otros, con o sin papeles, pero todos, personas que necesitan ayuda para sobrevivir. Se enredan entonces los gobiernos en discusiones estériles, tratando de medir la ayuda que deben prestar, como si esta fuera una opción. Comienzan entonces las comparaciones, entre los de aquí y los de allá, entre prestar ayuda antes a los “paisanos» que a los extranjeros, en pensar que si no tenemos para nosotros, como vamos a darles a ellos. Hay una respuesta simple para todo esto. Se ayuda a quién lo necesita. Lo demás, se llama egoísmo. Y si te da por pensar que no ayudas porque no tienes, ponte en su lugar, e intenta imaginar, porque alguien abandona su tierra, y lo deja todo atrás, poniendo en peligro su vida y la de los suyos. No es un capricho, sólo tratan de sobrevivir, y de buscar un hogar.
A todos los que ayudan en silencio. Gracias a vosotros, muchos viven.

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Dolor y miedo

Regalos de la enfermedad. Porque no son sólo tumores, quistes adheridos a cualquier parte de tu cuerpo. Esas manchas negras que asoman en tus entrañas, y que se dejan ver, cuando ya es demasiado tarde. No hay síntomas, ni avisos, tan solo silencio a traición, porque cuando asoman, es que ya están ahí. Llegan para transformar tu vida, para llenarla de incertidumbre, de miedos, de dolor. Llegan para recordar que el tiempo ahora resta más rápido, que tu final se ha acercado tanto, que te darás de bruces con él, cuando menos lo esperes. Llegan para demostrar, que el remedio suele ser peor que la enfermedad, y que de todas formas, pocos escapan de sus garras. Y aun así, hay quiénes se aferran a la vida, entre quimio y radio, vomitando sus esperanzas, mientras su cabello desaparece. Todo para conseguir, un poquito más de tiempo, un rato más de vida. Suele pasar que el ánimo decae, producto de la medicación y del miedo, y se unen el sufrimiento físico con la pena del dolor de los que te quieren, al ver como te apagas. Y es ese miedo, el que termina matando, más, que la propia enfermedad. Algunos se aferran a sus ganas de vivir, y van más allá de los límites que les dieron. Otros desaparecen antes de tiempo, porque se rindieron antes de que la lucha comenzara. Duele, sí, pero vale la pena intentar saber, que ocurrirá, otro día más…
17/11/2020 Día internacional del cáncer de pulmón.
Para que nadie se rinda.

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El secreto

Regresaste al hogar, de nuevo, otro recomienzo a la vida. Dejas atrás otro intento, y abordas un piso, ahora vacío, para ayudarlo a arrancarle la soledad de sus paredes, y a ti del alma. El silencio acompaña a la deseada tranquilidad, pero agobia si te da por pensar, confundiendo rutina con añoranza. Nadie está seguro de sus decisiones, tomadas o no, pero el tiempo te dará las respuestas. Sólo hay que tener paciencia y no tener miedo. Ahora estás entre tu gente, el sitio que te vio nacer, y aunque parezca una tontería, al abrigo de todos, las cosas se llevan mejor. Te diré que no hay secretos, que basta con ser como uno es. Ya no tenemos edad para ir escondiéndonos tras mentiras, ni nos queda tiempo para dar rodeos. El cariño, el respeto, la educación, y algunas otras cosas que ya te contaré, son el secreto que tanto buscas, nada que nadie, no sea capaz de dar. Ponerle chispa a la vida, ilusionarse, ver el futuro con esperanza, son la clave, para que vuelvas a ser feliz. Cuando te quieras dar cuenta, tendrás los besos acechando detrás del deseo en cada rincón de tu casa, y pedirás sexo a quemarropa, para luego despedir, sin un beso. Volverás a tener de todo y más, pero dale cuartelillo a la paciencia.
Bienvenida a otra nueva etapa, ahora sí, muy cerquita de los tuyos. Ellos son, el verdadero secreto…

A Inma, y a su nuevo comienzo. Bienvenida de nuevo

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«Te debo una canción»

Suenan las primeras notas y reviven los recuerdos. Es el juego de las asociaciones. Viajamos con los oídos abiertos al pasado, a un lugar, junto a una persona. Emergen sentimientos que nos transportan a lo que fue, y se eriza la piel, y nacen nudos en el estómago, atando historias conclusas y personas, ya casi olvidadas, unas, omnipresentes, otras. Siguen “errando” los Niños Mutantes, buscando ese camino perdido, que jamás encontraran. Lo mismo que “El astronauta que vio a Elvis», a la caza y captura de nuestros fallos. Resultó ser verdad, que lo más raro que tenías, era yo. Supongo que Love of Lesbian, lo vieron antes que nosotros. Y a pesar de todo, hay “Mil razones» para ser feliz. Porque El miedo no es nadie sin Luis Brea. Joder, me “me encanta esta parte». Esa parte en la que las notas embaucan, en la que la imaginación restaura y equilibra, dando por buena toda decisión tomada, aunque trate de hacerlo, jugando a las tres esquinitas contigo, acompañando con música toda una vida. No podría expresarlo mejor que lo hacen las canciones, espías silenciosos, que me clavan sus garras para recordarme con extraordinaria belleza, los adioses más sonados. Y pasarán los años, y yo, seguiré diciendo, “Te debo una canción»

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