Despertó el sábado radiante, sabedor de que su noche le daría al domingo una hora más, convirtiéndolo en el día más largo del año. Y así, feliz, se vistió de fiesta, espantando nubes, aclarando el día, regalándonos la brillantez necesaria para que la cuarta edición del Cúllar Vega Sound, se celebrara en el mejor marco posible.
Pacía el secadero entre la calma y el silencio de la vega, rodeado del trino de los pájaros y de la tierra recién arada. El aroma a campo lo envolvía todo junto al sonido del despertar. Llegamos cuando el sol ya calentaba. Ultimamos los detalles que quedaban y abrimos las primeras cervezas y las puertas del festival. Uno a uno, de dos en dos, los asistentes fueron llegando. Goteo incesante de ilusión y ganas. Las neveras acogían las cervezas flotantes, que harían de soporte vital de la fiesta que se avecinaba. La música empezó a sonar, la barbacoa a funcionar, quebrando el silencio. Los primeros bailes, las primeras charlas, las inagotables sonrisas. Sienna en acústico fue el primer concierto, aún con luz, todavía sobrios. Sonaba de fondo mientras comíamos, y ya se preparaba Dj. Rizos. Auténtica diva, de brilli brilli plateada, que en su primera vez se soltó la melena, haciéndonos bailar con sus mezclas. Sonreía y sonreíamos. Esa suele ser una de las consecuencias de la felicidad. La que sentía ella al verse delante de sus amigos, la que sentían sus amigos al verla a ella pinchar y feliz. “La pegatina” trajo consigo diversión, mucha diversión. Carreras abajo y arriba, saltos, y más bailes. Entretenimiento en estado puro. Las cervezas fueron dando paso a las copas y la felicidad crecía con cada sorbo que se daba, amplificando nuestros sentimientos. Esa suele ser una de las consecuencias del alcohol. “Vetusta Morla” también pasó por allí, maestros, incombustibles, mientras el fútbol acababa. Rayaba atardecer cuando “Indie al Descubierto”, tomó los mandos. Sesión de un “Muro” añorado, entre abrazos, bailes, y jager. “Arde Bogotá” vinieron después, calentando con su potencia a la casi noche que ya enfriaba el día. “Dj. Choco” emergió entre vídeos y temas nuevos. Un espectáculo parido con mucho esfuerzo y que por unas horas, estuvo perdido. El resultado fue apoteósico y diferente. Tras él, “La Plazuela”, con su flamenco electrónico que todos bailamos, incluso yo. Para entonces, no se si alguien había abandonado ya el barco o aún seguíamos todos. Con la noche ya sobre nosotros, los fuegos artificiales la iluminaron, y fueron preludio de “Dj. Javirey” que nos regaló su sesión de Supersubmarina (como no podía ser de otro modo). Una mezcla complicada que llevó con maestría. Aquí se me nublan los recuerdos. Sonó Juanpex, con remezclas de música noventera, que bailamos y disfrutamos con avidez. La noche fría y el cansancio fue espantando a los asistentes, y cuando nos quisimos dar cuenta, éramos muy pocos los que quedábamos. Ni siquiera sé si “La casa Azul” llegó a sonar. Solo recuerdo el aroma de la amistad de los quedamos, las conversaciones trabadas, los abrazos sinceros y ese bienestar que queda cuando uno es feliz. Porque si. El Cúllar Vega Sound es un festival de música, pero sobre todo, es un canto a la amistad y a la felicidad. Si miráis más allá de estas palabras, si rebuscáis entre líneas, si hurgáis en vuestros recuerdos, espero que encontréis esa felicidad de la que hablo. Porque si aún seguís con una sonrisa tonta en la cara, es porque lo de ayer, os hizo felices. Si es así, el fin con el que un día Jorge imaginó este festival, se ha cumplido. Gracias a todos y cada uno de vosotros por hacer realidad un sueño.
Comienza la cuenta atrás para la quinta edición…