Nunca estuvieron más vivos los poetas. Porque sabían que los necesitábamos, se aferraron a la vida para no dejarnos morir, dejándonos su » Carpe die» particular. Y es que cuentan las malas lenguas, que es a partir de los 40 es cuando encuentras las respuestas a una vida, que no te parece que lleve funcionando, eso, 40 años. Porque es ahora cuando disfruto de verdad. Ahora que descubrí que nada es imposible, y que tan sólo yo, puedo ponerme limites. Ahora que no sólo escucho música, sino que la entiendo, la vivo y la disfruto. Ahora que rebusco con más ahínco, nuevos significados de todas esas palabras que creía conocer, y que se esconden en los libros que devoro, porque ellas son el camino hacia mi salvación nocturna. Más vivo que nunca, apilo los años tras el deporte, para quemarlos entre carreras, y no dejarlos florecer, hasta que pasen algunas primaveras más. Trato de ganar tiempo, para disfrutar todo lo posible, de una vida que ahora se revela, como lo que siempre soñé, un incesante camino de momentos e ilusiones. Así que toca ser luz, iluminar cuanto nos rodea, para que todo aquel que quiera, pueda navegar sin miedo y seguir derramando palabras cada noche, para que Ynuguanda y los suyos, estén orgullosos de nosotros…