El cielo se ha vuelto a vestir de gala, brillando las estrellas que cuelgan de su vestido negro. El viento frío llegó con retraso y ahora que es Primavera, quiere teñir todo de Invierno. Tardó en llegar y se resiste a irse, aferrándose el recuerdo de lo que debió ser y no fué. Fué la madrugada del último domingo la que sumó una hora más al reloj, restando sueño a la noche, y alargando así más los días. Se han disipado los humos de las chimeneas, llevándose con ellos, el olor a leña quemada y ha conquistado el ambiente, el aroma a verde, y cuelgan nuevas yemas, adornando de nuevo los árboles sin tener que ser Navidad. Ya camina la gente otra vez, sin rumbo ni dirección, en paseos finitos, observados por un atardecer que los acompaña tiñiendo de rojo el horizonte. Vuelve la Luna a sonreir, alumbrando una noche que hace tan poco, estaba oscura…